sábado, 13 de octubre de 2007

SOBRE NUESTRA MAESTRA INÉS RIVADENEIRA


INES RIVADENEIRA, NOBLEZA HECHA ARTE

Por Julián Jesús Pérez

Escribir sobre Inés Rivadeneira es reflexionar sobre la historia de la interpretación lírica en España en los años centrales del siglo XX. Ella desarrolló su carrera como cantante profesional desde 1951 hasta 1973. En 1979 se hizo cargo de una Cátedra (obtenida un año antes) en la Escuela Superior de Canto de Madrid. Después de actuar en el Royal Albert Hall de Londres cantando La Vida Breve de Falla, y tras una intensa actividad por Europa y norte de Africa (conciertos, grabaciones, representaciones de ópera y zarzuela), decidió interrumpir su trayectoria interpretativa, en parte por el escaso interés humano que ofrece ese mundo, para consagrarse a la formación de futuros cantantes. Desde su jubilación en 1994, acompañada de un cálido homenaje, su casa ha sido un continuo fluir de alumnos y alumnas: decenas de cantantes, actores y actrices, embajadores, azafatas... han pasado por sus manos.

Constantemente recibe muestras de un cariño bien merecido. Ella sabe siempre ocupar su lugar como docente: estimula al alumno, tiene muy claro lo que le puede pedir a cada uno y es muy tolerante, pero no admite una actitud de “divo”. Su ejemplo es una lección constante que contribuye a mejorar la condición humana.

Mis primeras noticias sobre Inés vinieron por dos vías: las grabaciones de zarzuela con las que siempre he disfrutado desde mi infancia y los comentarios siempre elogiosos de mis padres, que la habían visto cantando Doña Francisquita con Alfredo Kraus en la antigua Plaza de Toros de La Coruña, así como de mi primera profesora de Música y prima de Inés: doña María Moscoso. Inés venía a La Coruña en los veranos y yo, siendo un niño, pensaba: “me gustaría conocer a Inés Rivadeneira porque la escucho en los discos”. Nunca me atreví a decírselo a doña Maruja (así la llamaba yo). Andando el tiempo, y gracias a Elisa Moscoso (prima de Inés), profesora del Conservatorio de La Coruña y mía también, he tenido la feliz oportunidad no sólo de conocerla, sino de disfrutar personalmente de sus enseñanzas y aprender de su calidad como persona.

Inés Rivadeneira nació en Lugo en 1928. Vivió en Valladolid desde los dos años hasta los dieciocho, edad en la que salió hacia Madrid, becada por la Diputación de aquella ciudad, para estudiar en el Conservatorio Superior de la capital de España.

Sus primeros contactos con la voz tuvieron lugar gracias a las canciones populares de Galicia que le enseñara su padre. El haber pertenecido al coro de las Dominicas de San Pablo (Valladolid), dirigido por Heraclio García Sánchez, propició que naciese en ella la afición por el canto. Precisamente fue don Heraclio quien le dio sus primeras lecciones.

Con sólo diecinueve años se presentó Inés en Madrid cantando el rol de “Maddalena” en Rigoletto. Contaba veintitrés años cuando ofreció al público vallisoletano su primer recital como cantante profesional. Todo un reto, ya que se presentó con páginas de autores como G. Verdi, U. Giordano, G. Bizet, G. Donizetti y E. Toldrá. La crítica de prensa fue elogiosa con Inés al decir: “voz pastosa, de gran sonoridad y preciosa de color en todos los registros”. Creo sinceramente que uno de los aspectos que mejor pueden revelar el valor de un cantante es precisamente este último: la homogeneidad tímbrica en la totalidad de su tesitura. Inés la poseía ya en su debut. Seguro que aquel concierto mereció ser grabado y editado en disco. No es de extrañar que en ese mismo año (1951) obtuviese el Premio Fin de Carrera y el “Lucrecia Arana”, a la sazón extraordinario del Conservatorio de Madrid.

Inés Rivadeneira iniciará una carrera profesional jalonada de éxitos artísticos, lo que le llevará, seis años más tarde (1957), a alzarse con el Premio Nacional de Interpretación Lírica. No sé si sería casualidad, pero sus dos profesoras de Madrid estaban vinculadas a Galicia: Lola Rodríguez Aragón, fundadora de la Escuela Superior de Canto y promotora del Coro Nacional de España, había recibido clases de Bibiana Pérez en su adolescencia, cuando vivía en La Coruña,; Angeles Ottein, hermana de la ilustre soprano compostelana Ofelia Nieto e importante soprano de la cual nos quedan algunas grabaciones, realizó una importante carrera como cantante.

El director del Real Conservatorio de Música, Jesús Guridi, convencido de su valía, le brindó apoyo al recomendarla en la Fundación Juan March para la concesión de una beca. Así pudo Inés estudiar en la Academia de Música y Artes Interpretativas de Viena con Erik Werba, maestro minucioso y conocedor de su propia potencialidad como pedagogo: él, según me contó Inés, consideraba que si conseguía lo que pretendía del alumno o alumna en una página de la partitura a estudiar, él mismo o ella misma podía aplicarlo a toda la obra. También Werba había sugerido la valía profesional de Inés cuando ella remató su período de estudio en la capital austríaca, donde trabajaran el difícil canto de Lieder y Oratorios. La formación vienesa proporcionó a Inés una versatilidad mucho mayor de lo que se conoce en España a partir de sus grabaciones y representaciones de ópera y zarzuela.

Haciendo un repaso por su carrera artística, debemos resaltar, en primer lugar, los estrenos absolutos de obras como Don Perimplín de Rieti, con texto de García Lorca, en París (Teatro de los Campos Elíseos, 1951); Soledad de J. Manén en el Liceo de Barcelona (1952); y El Hijo Fingido de Rodrigo en el Teatro de la Zarzuela (Madrid, 1964), bellísima obra repuesta en este mismo escenario durante la Temporada 2000-2001. Como anécdota simpática, decir que Inés saludaba al maestro Rodrigo por la calle entonando la primera frase de su personaje, “Doña Bárbara”, en la canción: “Vivo, y es mucho deciros, junto a la Plaza Mayor”. El maestro se alegraba mucho... de oírla.


En su experiencia vienesa, ya citada anteriormente, había abordado el estudio interpretativo de los géneros “Lied”(lo que Kraus llamaba “el canto en su estado más puro”) y Oratorio. Aparte los grandes compositores germánicos, Inés cultivó en sus recitales autores españoles como C. Halffter, A. García Abril, M. De Falla y E. Toldrá. Dentro del repertorio religioso, ofreció obras capitales de Bach, Händel, Mozart, Rossini y Verdi.

Conviene valorar la importancia que concedió Inés en la elección de su repertorio a la música española: además de una gran cantidad de zarzuelas representadas y grabadas, entre las que cabe resaltar Doña Francisquita, Las Golondrinas, Pan y Toros y la “tetralogía castiza” (La Verbena de La Paloma, La Gran Vía, Agua, Azucarillos y Aguardiente y La Revoltosa), son destacables sus grabaciones y conciertos dedicados a obras como Pepita Jiménez de Albéniz, Goyescas de Granados, El Amor Brujo (tres versiones) y La Vida Breve de Falla, entre otras. Precisamente el registro de esta última, bajo la dirección de Frübeck de Burgos, recibió el Premio del Disco en París en 1967.


Por lo que respecta a sus representaciones operísticas, Inés compartió cartel con cantantes de primera fila, como Victoria de los Angeles, Montserrat Caballé, Alfredo Kraus, Richard Tucker, Carlo Bergonzi, Piero Capuccilli y Paolo Washington, por mencionar algunos. Especial relevancia tuvo su rol como protagonista de la ópera Carmen en el Liceo de Barcelona, coliseo que también recibió su recreación de “Ulrica” en el Un Ballo in Maschera verdiano.

Entre los directores, Inés guarda un especial recuerdo por el Maestro Ataúlfo Argenta. Extraigo algunos fragmentos de un escrito suyo con fecha del 6 de Mayo de 1997 como muestra de respeto y cariño hacia él:


“De la calidad artística de Ataúlfo Argenta no puedo decir sino lo que es público y notorio: que ha sido uno de los directores de orquesta más importantes y prestigiosos del mundo...”
“Si su calidad artística fue grande, aún se veía superada por su calidad humana. Era un hombre afable, bondadoso y paciente... Era un maestro colaborador y solidario.”
“Guardo un imborrable recuerdo de Ataúlfo Argenta y por eso está siempre sobre mi piano, al lado de mi madre, mi marido... y mi hijo, su ahijado. Frente a ellos paso la mayor parte de las horas de mi vida.”

Vaya mi aplauso sincero para Inés Rivadeneira: Mezzosoprano, Maestra de Canto y Persona.


La Coruña, 10 de Agosto de 2002

Artículo publicado en gallego en la revista Cavatina, de la Asociación Galega da Lírica "Teresa Berganza" de Santiago de Compostela (Nº. 14, Octubre-Diciembre de 2002, Págs. 26 y 27)

jueves, 11 de octubre de 2007

SOBRE NUESTRO PRIMER CD: "CAPRICCIO VOCALE"

DESPUÉS DE LA GRABACIÓN

Grabación realizada el 29 de septiembre de 2007 en el Estudio MANS (La Coruña)

INTÉRPRETES:

Olga Raíces, soprano
Fernando Enseñat-Berea, barítono
Julián Jesús Pérez, piano


FOTO DE PORTADA




REPERTORIO:

JOSÉ CASTRO "CHANÉ" (1856-1917)

Os Teus Ollos

Texto: Manuel Curros Enríquez


ANDRÉS GAOS BEREA (1874-1959)

Rosa de Abril

Texto: Rosalía de Castro

CANUTO JOSÉ BEREA (1836-1891)

Un Sospiro

Texto: Manuel Fernández González

XOÁN MONTES (1840-1899)

Negra Sombra

Texto: Rosalía de Castro

MANUEL GARCÍA MORANTE (1937)

El Cant dells Ocells

Popular catalana

GABRIEL OLAIZOLA (1891-1973)

Aurtxoa Seaskan

Texto: Claudio Sagarzazu

XAVIER MONTSALVATGE (1912-2002)

Canción de Cuna para dormir a un negrito

Texto: Ildefonso Pereda Valdés

JOHANNES BRAHMS (1833-1897)

Wiegenlied (Canción de Cuna)

Texto: Primera estrofa de Das Knaben Wunderhorn, segunda estrofa de Georg Scherer

IRVING BERLIN (1888-1989)

White Christmas

Texto: Irving Berlin

BERT KAEMPFERT (1923-1980)

Strangers in the Night

Texto: Charles Singleton y Eddie Snyder

FRANZ LÉHAR (1870-1948)

La Viuda Alegre (Die Lustige Witwe) - Vals-Intermezzo: "Dulce sueño"

PABLO SOROZÁBAL (1897-1988)

La del Manojo de Rosas - Dúo-Habanera: "¡Qué tiempos aquellos!"


UN RECORRIDO MUSICAL POR NUESTRO REPERTORIO

Por Julián Jesús Pérez

Una primera experiencia de grabación. Una oportunidad de recoger parte de nuestro trabajo desde aquellos comienzos en torno al cambio de siglo, en conciertos compartidos con el Coro de Cámara de La Coruña, pasando por algunas actuaciones en Misas de Navidad en la Capilla Castrense de San Andrés, conciertos benéficos, ... y cómo no, recitales por toda Galicia y algunas ciudades del resto de España. Todas estas experiencias han ido configurando una trayectoria llena de ilusiones y ganas de seguir adelante. Por eso queremos considerar este trabajo como una llegada a puerto en un viaje que esperamos continúe durante muchos años sin abandonar el ánimo por una formación constante. No cabe duda que la mano de nuestras maestras Inés Rivadeneira en canto e Irina Moriatova en piano, aparte sus excelentes consejos, han sido fundamentales en la aventura que hemos iniciado. También a título individual hemos gozado de experiencias enriquecedoras: las grabaciones de Olga cantando música antigua junto al grupo In itinere, el sueño cumplido de Fernando al haber cantado junto a Katia Ricciarelli o, en nuestro caso, la oportunidad de trabajar bajo importantes batutas nacionales e internacionales.

Al ser este CD nuestro primer trabajo discográfico, no hemos dudado en presentar una panorámica general del repertorio abordado en estos ocho años de andadura musical. En él presentamos una selección de hermosas canciones escritas por compositores gallegos (Castro “Chané”, Gaos, Berea, Montes), del resto de España (García Morante, Olaizola, Montsalvatge) y extranjeros (Brahms, Berlin, Kaempfert), para finalizar con dos dúos: uno de opereta (Léhar) y otro de zarzuela (Sorozábal).

El primer bloque está dedicado al repertorio escrito sobre textos en las diferentes lenguas vernáculas del Estado. Empezamos con la conocida cantiga Os teus ollos, del compostelano José Castro “Chané”. Esta sensual melodía, en la que la voz poética creada por Curros Enríquez se dirige a una joven y a su mirada, se apoya en un acompañamiento casi vertical del piano en el que destaca un contracanto en los versos finales de cada estrofa, así como una coda instrumental que nos hace recordar un tema de alborada.

En segundo lugar presentamos una bellísima melodía del coruñés Andrés Gaos Berea, un músico gallego de proyección universal que pasó buena parte de su vida en Argentina. Compuso la joya para piano titulada Rosa de Abril cuando, ya muy anciano, sintió “a chamada da terra” por última vez. Basada en el poema de Rosalía que comienza “Nasín cando as prantas nasen...”, Gaos fue capaz de escribir una breve pieza en la que la música parece hecha para ser cantada aplicándole ese texto. La pieza es cautivadora no sólo por la belleza de la melodía, sino también por una armonía en la que se deslizan ciertos cromatismos y sabrosas disonancias que le confieren interés.

A continuación, dos cantigas del siglo XIX: la breve, aunque intensa Un Sospiro, del también coruñés Canuto Berea, en la que una emotiva melodía “flota” sobre un sencillo acompañamiento del piano centrado en unas octavas del bajo y unos acordes reiterados en la mano derecha. Del lucense Xoán Montes, hemos escogido la balada gallega Negra Sombra, escrita sobre un poema de Rosalía que ilustra metafóricamente la pena que ella llevó siempre consigo, quizás expresada ya al inicio de la obra por unas octavas del piano en registro grave.

Del repertorio vasco hemos escogido la bellísima canción de cuna Aurtxoa Seaskan, de Gabriel Olaizola, con acompañamiento pianístico de José Olaizola. La melodía se canta dos veces; el piano, si bien realiza un sencillo acompañamiento de acordes al principio, presenta un mayor desarrollo a partir de un diseño en semicorcheas en cuanto se incorpora la segunda estrofa, lo que ofrece un mayor interés al oyente. Hemos “enmarcado” esta deliciosa obra entre dos canciones de compositores catalanes: Manuel García Morante y Xavier Montsalvatge. Si bien ambas piezas entroncan con “lo popular”, es necesario diferenciar su origen. La primera de ellas pertenece al repertorio tradicional catalán; nos referimos a El cant dels ocells. Difundida con diversos textos y en diferentes versiones, El cant ha sido una embajadora de paz por todo el mundo gracias a las innumerables veces que fue interpretada por nuestro Pau Casals al violonchelo. Aquí podemos escuchar una versión para voz y piano en la que García Morante mima la parte de piano hasta transformar lo que podría haber sido un sencillo acompañamiento acórdico en, queremos creer, una imagen sonora de esos “ocells”, de esos pájaros portadores de paz. Montsalvatge, en cambio, ha creado una obra original a partir de un elemento rítmico reiterado que enseguida asociamos al cadencioso ritmo de la habanera. En la Canción de cuna para dormir a un negrito, perteneciente al ciclo titulado “Canciones Negras”, el autor escribe una inspirada melodía que se apoya en unos acordes sugerentes y coloristas.

Iniciamos el bloque de música en lenguas extranjeras con una hermosísima y no menos famosa Wiegenlied (canción de cuna) en lengua alemana; de esta manera hemos querido engarzar los dos bloques básicos del repertorio que presentamos. Su autor, Johannes Brahms, es uno de los grandes compositores no sólo del Romanticismo, sino de toda la Historia de la Música. El deseo que transmiten los últimos versos del texto (“duerme santa y dulcemente, ríndete al paraíso del sueño”) es perfectamente recogido por la voz y el piano. A continuación, dos breves canciones en inglés: White Christmas, de Irving Berlin, popularizada por Bing Crosby en la película del mismo título, y Strangers in the Night, de Bert Kaempfert, que ha sido y es (junto con My Way) una seña de identidad de Frank Sinatra.

Para cerrar nuestro trabajo, que esperamos acojáis con el mismo agrado y cariño con el que nosotros lo hemos afrontado, una representación del repertorio escénico en dos géneros en parte similares y a la vez distantes: Austria y España, Léhar y Sorozábal, la opereta y la zarzuela. Del primero, Franz Léhar, ofrecemos el vals-intermezzo de La Viuda Alegre (Die Lustige Witwe), un elegante dúo de amor, en adaptación al castellano del dramaturgo coruñés Manuel Linares Rivas (que preparó todo el trabajo junto a Federico Reparaz). La versión a la que nos referimos ha sido difundida en un disco de larga duración y reeditada en compact-disc en interpretación de Lily Berchman (seudónimo de Dolores Pérez) y Luis Sagi-Vela. Por último, el dúo-habanera de La del Manojo de Rosas, de Pablo Sorozábal, en el que las voces sostienen un diálogo sobre la base rítmica y acórdica del acompañamiento. Pablo Sorozábal es, a nuestro juicio, uno de los más interesantes compositores de entre los que cultivaron la zarzuela, sin olvidar al que estaba llamado a ocupar un puesto de honor ya no en la lírica, sino en la Historia de la Composición en España: nos referimos, cómo no, a José María Usandizaga. Si algo tenemos que achacar a la historia es el capricho (valga la palabra) de haberlo llevado a contemplar la música de las esferas, o la música celestial si lo prefieren, a muy temprana edad. Nos queda el consuelo de disfrutar (o de aspirar a ello algún día) con Las Golondrinas, La llama, Mendi-Mendiyan y tantas obras que nos legó.